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Disruptores Endocrinos: ¿Podemos evitarlos?

Disruptores Endocrinos: ¿Podemos evitarlos?

 

¿Sabes qué son los Disruptores Endocrinos? ¿Sabes también que cada vez que vamos de compras podemos elegir entre llevar o no llevar a nuestras casas algunos de estos compuestos?

Primero, lo primero. Los Disruptores Endocrinos son, como su nombre lo indica, sustancias químicas que alteran el funcionamiento de nuestras glándulas productoras de hormonas y de las hormonas secretadas: aumentando o disminuyendo su producción, imitando a algunas hormonas, transformando una hormona en otra o interfiriendo con su correcto funcionamiento.

Y, ¿queremos que las hormonas funcionen mal? No, claro que no (al menos nosotros no), ya que se ha estudiado en profundidad la interacción de estas sustancias en el cuerpo y existe cada día más evidencia de los efectos sobre nuestra reproducción, diversos tipos de cáncer y enfermedades crónicas. El consumo o absorción de estos compuestos está haciendo que cada día nos enfermemos más, de enfermedades hasta ahora desconocidas y que, aparentemente, no exista causa alguna para ello.

Pero, ¿porqué existen estos productos en nuestra comida, en los procesos productivos o en las cosas que compramos si pueden tener estos efectos? Si bien algunos de ellos están presentes en la naturaleza en cantidades reducidas, nosotros nos encargamos de juntarlos y prepararlos para hacer muchas de nuestras cosas (termómetros, baterías, ropa, utensilios, etc). Al mismo tiempo, muchos de ellos los fuimos creando de forma artificial para poder hacer, nuevamente, cosas. Los creamos para hacer los plásticos más flexibles y resistentes, incluidos los juguetes de nuestros niños; creamos algunos para poder recubrir medicamentos farmacéuticos; para ser usados en la agricultura en forma de pesticidas; para recubrir o envasar nuestros alimentos que se venden en supermercados y tiendas; para recubrir nuestros accesorios de cocina; para fabricar telas y muebles; para elaborar los cosméticos que utilizamos en nuestro cuerpo; y, como si fuera poco, muchos de estos compuestos son solubles en agua, por lo que también la podemos encontrar ahí.

De esta forma es como entran a nuestro organismo: a través del agua, la comida, la inhalación de gases y partículas en el aire, a través de la piel y particularmente los fetos a través de la placenta y, posteriormente, a través de la leche materna. Esto, permitido principalmente porque no ha existido un estudio rigurosos de su efecto sobre nuestra salud, o porque las estandarizaciones de estudios y sus acotados períodos de pruebas, no han tomado nunca en cuenta sus efectos a largo plazo, ni bajo una combinación de distinta sustancias. Estos productos, cuando fueron lanzados al mercado, fueron aprobados en su mayoría por las autoridades medioambientales y sanitarias de los países respectivos, pero poco a poco se ha ido demostrando que son persistentes en nuestros cuerpos y en la naturaleza, por lo que cada día se pueden encontrar en mayores cantidades y en los lugares más aislados de nuestro planeta (es decir, seguimos introduciéndolos en nuestro organismo por una infinidad de vías y haciéndole la vida más difícil a nuestras glándulas).

Si bien distintas legislaciones han limitado su uso, todavía estamos muy lejos de deshacernos por completo de ellos. Entonces, ¿podemos evitarlos? Sí, aunque difícil por lo masificado de su uso en todos los aspectos de la producción industrial, debemos hacer el esfuerzo. No es tarea fácil, pero es necesario crear la conciencia de su existencia y revisar con paciencia su paulatina eliminación, por lo que les dejamos algunos consejos útiles para reducir la exposición que tenemos a algunos de estos compuestos:

BPA: Casi todos los productos enlatados tienen (entre otros compuestos nocivos) un recubrimiento de BPA, por lo que si es inevitable la compra de éstos, buscar los que se indique claramente que son libres de BPA. Limitar el recibir recibos o boletas, ya que los papeles de impresión térmica muchas veces  son recubiertos con este compuesto. Evitar productos plásticos marcado con PC (policarbonato) o sellos de reciclaje marcados con #7. Tratemos de utilizar siempre recipientes para líquidos y sólidos de materiales inertes, como el vidrio y evitar siempre recalentar alimentos en el microondas en recipientes plásticos. Una buena noticia es que la Unión Europea votó hace algunos días la prohibición total del uso de este compuesto por ser un comprobado disruptor endocrino.

Dioxinas: Las dioxinas se liberan en distintos tipos de producción industrial, particularmente en la producción industrial de productos animales y en la producción de papel en procesos que utilizan cloro. Independiente de su origen, terminan alojándose en el tejido adiposo de éstos y luego en el nuestro. Limitar el consumo de productos y subproductos de origen animal, o elegir las alternativas orgánicas, además de limitar el uso innecesario de papel blanco para evitar nueva producción es un buen paso.

Atrazina: Es un herbicida artificial, por los que está presente en las frutas, verduras, granos y, por ende, en los animales que comemos. Si es posible, elegir alimentos que sean de producción orgánica. Consumir agua filtrada, evitar botellas plásticas y, si es inevitable, su reutilización.

Ftalatos: Están presentes en envases plásticos, juguetes, envases de PVC y en algunos productos cosméticos. Lo primero, si es evitable, no comprar productos nuevos, y segundo, siempre preferir productos o artículos de materiales nobles.

Perclorato: Son compuestos que se usan en la elaboración de combustibles y como herbicidas. Se encuentra, junto a otros compuestos, en gran cantidad en el norte de Chile y es extraído para ser usado como fertilizante natural. Su presencia es alta en fuentes de agua por lo que es bueno optar siempre por agua filtrada. Como el compuesto compite con nutrientes en la Tiroides es bueno incluir el consumo de Yodo en las comidas, junto con preferir siempre el uso de sal de mar.

Retardantes de llama: Si bien es casi imposible evitar, ya que muchas de las normativas exigen el uso de estos compuestos en los productos que se fabrican, aunque no sea unánime su efectividad. Una buena forma de reducir su exposición es contar con una aspiradora con filtro HEPA.

Plomo y Arsénico: Si bien se ha reducido la exposición al introducir las gasolinas sin plomo, todavía los tenemos como sub-producto de algunos procesos productivos, últimamente más visible por problemas ambientales en el norte de nuestro país. En las pinturas antiguas se usaba plomo, por lo que tenemos que tener una consideración especial al remodelar y pintar casas. También se encuentra en numerosos productos de consumo, desde lápices labiales hasta electrodomésticos y juguetes para niños.

Mercurio: Presente en el aire producto de la combustión del carbón, principalmente para la generación de nuestra electricidad, y también en los alimentos que consumimos. Como es un compuesto que se bioacumula en las grasas animales, podemos reducir su exposición al evitar comer pescados de gran tamaño (atún, tiburón o albacora).

PFCs: Estos compuestos perfluorados están presentes en utensilios y accesorios de cocina anti-adherentes y en telas impermeables y resistentes a las manchas que se usan en la ropa que compramos. Optar por implementos de acero o aluminio en nuestras casas y, en lo posible, preferir telas orgánicas. Existen algunos fabricantes de ropa técnica que están conscientes de estos problemas y están poco a poco trabajando por su eliminación y tu puedes ayudar también acá.

Organofosfatos: Se desarrollaron como gases neurotóxicos para la segunda guerra mundial y la industria los adaptó para su uso como pesticidas en los años 50. Lavar muy bien los alimentos antes del consumo y preferir, dentro de lo posible, el consumo de frutas y verduras orgánicas.

Si bien es útil e importante limitar nuestra exposición, es fundamental conocer y responsabilizarnos de los impactos que tienen nuestras decisiones de consumo. Así como creemos que nuestro cuerpo funciona en redes, también creemos que somos parte de un medio ambiente con el que estamos interactuando en todo momento y que lo que suceda en éste tiene un inevitable impacto en nuestra salud.

Fuente:

https://www.niehs.nih.gov/health/topics/agents/endocrine/index.cfm

http://press.endocrine.org/doi/10.1210/en.2015-1785

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2726844/

https://toxtown.nlm.nih.gov/text_version/chemicals.php?id=65

http://www.ewg.org/research/dirty-dozen-list-endocrine-disruptors

www.ewg.org/bpa/

https://www.epa.gov/endocrine-disruption

https://www.epa.gov/fish-tech

http://www.who.int/ceh/risks/cehemerging2/en/

http://www.patagonia.com/on/demandware.static/Sites-patagonia-us-Site/Library-Sites-PatagoniaShared/en_US/PDF-US/pvc_printing_inks_and_phtalates.pdf

http://articles.mercola.com/sites/articles/archive/2015/07/15/10-common-sources-endocrine-disruptors.aspx

http://articulos.mercola.com/sitios/articulos/archivo/2014/12/24/como-los-ftalatos-y-bpa-pueden-danar-su-cuerpo.aspx#_edn4

https://www.patagonia.com/on/demandware.static/Sites-patagonia-us-Site/Library-Sites-PatagoniaShared/en_US/PDF-US/pfoa_and_flourochemicals.pdf

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs225/es/