El síndrome de intestino irritable o colon irritable es una condición que afecta a un alto porcentaje de la población general, sobre todo a las mujeres de edad media. Se manifiesta con diversos síntomas entre los que destacan distensión abdominal, cambio en la frecuencia de las deposiciones (estitiquez y/o diarrea) y alteración en la forma de las deposiciones. Habitualmente se acompaña de un malestar variable, que puede manifestarse como una incomodidad difusa o a veces generar franco dolor de variable intensidad. Es una patología que altera significativamente la calidad de vida a muchos de quienes la padecen, alterando su ánimo, su rendimiento en el trabajo y generando ausentismo laboral.
El médico puede pedir diversos exámenes de laboratorio para descartar otros diagnósticos que pudieran parecerse clínicamente al síndrome de colon irritable. Sin embargo en el colon irritable los exámenes médicos por regla debieran aparecer todos normales (exámenes de sangre, ecotomografía o colonoscopía, por ejemplo).
No existe un único tratamiento para el síndrome de intestino irritable, pues el origen de esta enfermedad es multifactorial, lo que quiere decir que existen varias causas que se entremezclan para producir los tan molestos síntomas. Las personas que sufren de esta condición saben que los síntomas pueden aparecer dependiendo de los alimentos que consuman o del estado de tensión y estrés al que estén sometidos. En algunos casos las incomodidades se transforman en crónicas, pasando a ser parte de su vida diaria.
La medicina convencional no ha logrado resolver el puzle que significa el colon irritable. La mayoría de los tratamientos utilizados se basan en antiespasmódicos, reguladores de la motilidad intestinal e incluso ansiolíticos o antidepresivos. Habitualmente el médico indica uno o más fármacos, y los va cambiando según la respuesta de cada paciente, pues no todos responden de la misma forma a los distintos medicamentos. El problema de estos tratamientos, además de los conocidos efectos secundarios, es que en definitiva solo tratan los síntomas de la enfermedad, pero no corrigen el fondo del problema.
Muchas personas sufren durante años y décadas de dolor, distensión y alteraciones intestinales. Si bien hoy en día es frecuente encontrarse con pacientes con intestino irritable, eso no quiere decir que sea lo natural o lo correcto. Este síndrome es una manifestación, es solo la punta del iceberg de alteraciones multidimensionales que involucran aspectos psicológicos, mentales y biológicos. Pretender tratar los síntomas con una cápsula milagrosa es pretender tapar el sol con un dedo. Al ser una enfermedad multifactorial, debe ser abordada de manera muntidimensional. En la Medicina Integrativa trabajamos en base a la integración de diversas terapias y disciplinas que permitan tratar de manera global los problemas de salud mediante tratamientos inocuos y a la vez profundos. El síndrome de colon irritable requiere una mirada más consciente e integradora sobre lo que realmente está sucediendo en nuestro cuerpo.
En general con un enfoque más holístico e integrador se obtienen excelentes resultados. Desde un punto de vista integrativo evaluamos el contexto sicológico y social, la alimentación, la actividad física, las herramientas para el manejo del estrés, la presencia de síntomas extradigestivos (por ejemplo rinitis, dolores menstruales, infecciones urinarias, etc) y elaboramos un plan de tratamiento de acuerdo a las necesidades individuales de cada uno. Parte de la estrategia terapeutica incluye el manejo del factor psicosomático, una nutrición adecuada, probióticos, regulación de la hipersensibilidad dolorosa y de la disfunción mucosa e inmunológica que subyace a esta condición. Utilizamos frecuentemente un amplio abanico de terapias complementarias, desde la psicoterapia, la terapia floral, la medicina biorreguladora, la terapia neural, las terapias corporales, la acupuntura y la nutrición integrativa, dependiendo de los requerimientos individuales de cada paciente. Promovemos y entregamos herramientas para aprender a manejar el estrés y mejorar el tipo de actividad física que uno realiza.
Las ventajas de un tratamiento integrativo son múltiples. Habitualmente hay una mejoría significativa en el corto plazo de los síntomas incómodos y dolorosos, mejorando el ánimo y la función intestinal. A mediano y largo plazo se generan cambios duraderos y sostenibles y sin los efectos secundarios propios de los medicamentos utilizados convencionalmente.