Nuestro propio trabajo personal, reflexiones y cuestionamientos vitales, son parte importante de nuestra ética de trabajo y de los cuidados. En este contexto, “la persona del terapeuta” y las vivencias que podemos transmitir desde nuestras experiencias cobra valor; más que buscar sacarnos como terapeutas de la ecuación, somos parte del proceso.
Desde ahí, les compartimos una reflexión personal de la nutricionista Nelida Sanhueza, que nos invita a cuestionar, por un lado, y conocer a esa persona que es nutricionista y también mucho más.
La relación conmigo y mi imagen corporal
Me he estado preguntando a propósito de imágenes en las redes sociales, en la publicidad y en las atenciones con consultantes:
¿Qué hay detrás de esas ganas constantes de querer bajar de peso?
¿Por qué no estoy satisfecha con mi cuerpo?
¿De dónde viene ese pensamiento?
Si les comparto un poco mi experiencia, me ha pasado que veo fotos de cuando era más joven -17 o 18 años- y digo “wow! era delgada y no sabía!”. Sin embargo, yo recuerdo esos momentos en esa época y me sentía muy mal conmigo misma. Es más, sentía rechazo por mi cuerpo, me encontraba fea.
Entonces, me pregunto por qué me sentía así.
Ahora con más años -y terapia mediante- es cuando he ido encontrando respuestas a esas vivencias y preguntas.
Hay prejuicios/ preconceptos con los que una va creciendo a lo largo de la vida y son marcadamente más dirigidos a las mujeres, a quienes se nos tiende a encuadrar, más que a los varones, en cómo actuar, cómo vernos y por supuesto también qué comer, qué no comer, qué comer para sentirnos bien o aceptadas y qué no comer porque es algo “malo” o “no saludable”. En función de esa imagen que parece debemos sostener, podemos prohibirnos una gama de alimentos porque no ayudan a mantener esa línea que se siente como la gran verdad.
Entonces, dentro de este marco en el cual se nos va educando sobre qué es lo aceptable y qué no, también se incluye nuestro cuerpo. Vemos en la televisión y/o en la publicidad modelos de cuerpos, estilos de vida brillantes, exitosos y bellos -de acuerdo a una convencionalidad aceptada sobre lo que es bello- a los cuales debemos aspirar. Entonces vamos creciendo con esta imagen de lo que es belleza, bienestar y felicidad, y si nosotras no vamos calzando en este modelo entonces no somos aceptadas, estamos fallando, no somos suficientes, porque no estamos cumpliendo con este rol, con estos “ideales” (construidos artificialmente, acorde a cánones de cada época).
Así podemos ir desarrollando miedo a ser gordas y una insatisfacción cada vez mayor con nosotras mismas. Miedo a nunca ser suficiente, porque, por más que nos hemos esforzado haciendo dietas y cambios en nuestro cuerpo, no logramos llegar a ese “ideal”, siempre hay algo más que nos tiene que faltar.
Y luego se puede llegar a sentir lo mismo con respecto a nuestro valor como personas. Nuestra autoestima puede estar tan baja que ya dudamos de nuestra valía, porque no somos lo suficientemente buenas, o fit, o delgadas o bellas.
¿Pero a la vista de quién?
¿Quién nos impuso ese modelo?
¿Quién es el que le pone valor a quién eres como persona?
¿Acaso estamos delegando ese poder y autoridad sobre nosotras mismas?
¿Alcanzo a escuchar mi voz y mi deseo con tanto ruido y “presión” externa?
¿Eso que parece ser el estándar a seguir, es sano para mi organismo?
¿Mi peso y volumen corporal son sinónimos de salud?
La invitación es a hacernos más preguntas, y de a poquito empezar a identificar los patrones socioculturales internalizados bajo los que funcionamos, que no para todes deben ser los mismos, cada une con su historia, ¿cierto?.
Te invito a comenzar este camino, para romper con aquellos patrones que logremos reconocer, que nos limitan en nuestro desarrollo/crecimiento personal; que nos coartan nuestra libertad, de ser nosotres mismes, de elegir, ¡¡de vivir y de comer!!
Con ternura y compasión (repito, terapia mediante) vuelvo a ver esa foto y me observo y ahora le digo a esa joven “eres hermosa, eres valiosa y suficiente”.
Finalmente, compartirles que consultar a una nutricionista puede ser una experiencia distinta a la que comúnmente asociamos a las dietas y restricciones. Puede ser un espacio seguro donde permitirte ser, y desde ahí conectar con tu propia voz y deseo.