Mareas, fueguitos

Mareas, fueguitos

Este recién terminado marzo 2022 subraya el inicio de un nuevo ciclo político con todo lo que ello implica para nuestras vidas republicanas y nuestras vidas personales, con una fuerte presencia de hitos (cierre y aperturas de administración de gobierno, día internacional por la igualdad de derechos de las mujeres, avances de la Convención Constitucional, reanudación de demandas sociales y ambientales); por si no fuera poco, un escenario mundial con aires y consecuencias de guerras. Mareas de cambios.

Y a niveles más individuales un mes marcado por el retorno a trabajos después de pausas o vacaciones; asistencia a clases presenciales o modalidades híbridas dependiendo de situaciones de les niñes y sus familias y sus establecimientos escolares y estado de la crisis sanitaria por COVID y sus variantes. Se resuelven temas domésticos referidos a cuidados de niñes en casa y organización de lo cotidiano, aparecen pagos varios que estresan, y el comienzo del rodaje anual del año; que movilizan a todes les integrantes de las familias. En una capa diferente, más profunda y no tan expresada, sino en los fueros internos, está el borrador o el texto definitivo de los planes y propósitos de este año para cada quien, y es ahí donde comparto algunas reflexiones. Mareas internas.

Queramos o no, la situación de los años 2019-2020-2021 ha dejado sus huellas, sumado a que en estos meses de veranos nos animamos a entrar en otras dinámicas, de mayores descansos y de bajar el ritmo, de vivir experiencias nuevas, de notar cansancios y desgastes, de darnos permisos de salir del estilo ”pandémico”. Es decir, tiempos que pueden haber estado o estar significando una nueva conciencia de cómo se está viviendo, de asumir los mensajes de nuestros cuerpos, de mirar con otras perspectivas a nosotres mismes y nuestros entornos afectivos, e incluso de haber topado fondo en temas internos cruciales. Y la señal de que hay que hacer cambios de alguna magnitud.

Para ello, con vistas a poner en práctica estos planes 2022, es un buen momento para invitarnos a:

Reconsiderar, revisar el balance de años recién pasados y los propósitos definidos para cada año, sopesando que resultó, que no, que aprendí en el camino, que es conveniente potenciar para los planes a poner en movimiento.

Reevaluar hoy desde mi sistema interconectado de corazón-cabeza-cuerpo y espíritu. Y mantenerse presentes, de manera de ir haciendo los ajustes internos necesarios.

Adoptar medidas sencillas, realistas y ponerlas en práctica día a día.

Hacer modificaciones en las estructuraciones de tiempos/rutinas para dar espacio a aquello a lo que debo atender de forma regular durante el año para mí y mis redes afectivas. Darle ese tono del verano, de mayor tiempo y serenidad para el vivir diario. Más centrados en el ser, que en el tener, y/o hacer.

Completar/saldar/ cerrar situaciones si aún están pendientes o inconclusas.

Considerar que debo tomar decisiones que sean coherentes conmigo misme y mis parámetros, abriéndome a la posibilidad de ampliar márgenes y límites autoimpuestos.

Retomar vínculos, sueños, aspiraciones, acciones, intereses, que nos vivifiquen.

Y como una condición básica hacer un chequeo en mi salud integral, retomar tratamientos y pedir las ayudas especializadas que requiera para mayor bienestar; poniendo el cuidado de mí como un bien apreciado de vivir.

La invitación es a permitirnos crecer y abonar a nuestros propósitos vitales para este año 2022, gestionando riesgos y dudas, asumiendo dolores y aportando nuestro grano de arena personal al mundo y tiempo que nos toca vivir, único e irrepetible.

Y para seguir pensando, citamos a Eduardo Galeano y su Libro de los abrazos, para avivar el fuego propio:

“El Mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y hay fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llenan el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y que se acerca se enciende”

Les abrazamos en sus singulares travesías 2022

Ana Cáceres Orellana, psicóloga