La tarea de resignificar nuestras historias es crucial en el despliegue de nuestras humanidades en el presente. En la constatación de los largos o medianos caminos recorridos, con mayor o menor conciencia, las vivencias de heridas y cicatrices que es del todo importante revisar y sanar, así como algunas certezas que honrar.
Volver atrás hacia lo vivido, cuando niñ@s, cuando éramos jóvenes o recién anteayer. Reconocer los sufrimientos y los daños, sentir los pesos de lo negado por su incidencia en nuestra psiquis. Rememorar trozos o piezas enteras, poner las cosas en otro lugar, es todo un desafío cuando se ha experimentado diversas formas de abusos y de violencias, en especial de parte de integrantes de las familias o la red de cercanos, del barrio, del grupo religioso, del grupo de actividades, de la pareja. Y con la alta posibilidad de experimentar otras formas de violencias, como el acoso sexual o el acoso laboral (mobbing) en los espacios laborales públicos o privadoscon mayor frecuencia si perteneces a grupos discriminados: por ser mujer, disidente sexual, indígena, afrodescendiente.
Y ello conlleva salir de las tramas de vergüenzas y humillaciones experimentadas, los secretos y silencios opresivos y de las que mantengas en el foco de tus atenciones al rememorarlas, o “rumiarlas“ por situaciones que las traen al presente. En ese movimiento de volver atrás, a los 7 a los 17, a los 37 o después, sopesar hoy, en contextos protegidos – como pueden ser los espacios terapéuticos especializados- ciertas decisiones que se adoptaron, con mayor o menores repertorios posibles, respecto de la propia persona y respecto de los otres, respecto del cuerpo, la sexualidad, los modos de relaciones, del modo de leer el mundo.
Los Analistas Transaccionales, la teoría A.T., con su creador Eric Berne, en los sesentas, planteaban al respecto la propuesta del concepto de “Posiciones Existenciales”, que generan ciertos “guiones de vida” “escritos” en la infancia (con las imprecisiones que puede tener elaborar un guión, por el hecho de ser niñes con ciertos grados de desarrollos y entendimientos) con respecto a nosotros mismo@s, los demás y el mundo, desarrollados luego a lo largo de la vida Esto guiones construyen percepciones y conceptos que, siendo adultes, debemos revisar, redefinir y re-encauzar, entendiendo nuestros modos de situarnos en el mundo en una perspectiva realista, para comprometernos con nuestros bienestares. No como si estuviéramos condenados a permanecer bajo el yugo de ciertas ataduras antiguas, sino con la libertad de modificarlas.
Recuperarse implica desplegar la sabiduría tímida o la más poderosa, las ganas de cambiar, de modo de recuperar dignidad, en tiempos internos de procesos acorde a cada une (no en tiempos instantáneos) y con la posibilidad real de incrementar la experiencia de tranquilidad y no de alerta permanente de riesgo. De ejercer otros modos de ver y de reconocerme, de estar en el presente, más que allá atrás en las zonas oscuras de las violencias y abusos.
Todo esto supone actos de liberación imprescindibles, de re-significar, de manera de re-enfilar los rumbos vitales. De reconocimiento del propio valer como ser humano, único, querible y con las posibilidades de plantar nuevas esperanzas en el presente y para pasado mañana. Lo mismo que cultivar nuevas maneras de estar con otres.