Reflexiones para terapeutas y profesionales de la salud, en tiempos de Covid.
Comienzo declarando lo que puede ser la mayor de las obviedades o ese espacio entre las escápulas, que sabes que está, aunque tu mano no lo alcanza a tocar; estamos en medio de una crisis (oportunidad) global, ajustando y adaptándonos semana a semana, haciendo lo mejor que podemos. Es en este contexto, reconociendo nuestra humanidad compartida, nuestros miedos y necesidad de contacto, en que además, nos proponemos acompañar terapéuticamente.
Recurro a una frase que creo resume lo anterior; “No estás trabajando desde casa; estás en casa, durante una crisis, intentando trabajar.” (Neil Webb)
Habiendo dicho eso, nuestro acompañar virtual, puede marcar una diferencia, y eso, vale la pena de explorar.
Tener que cambiar la forma en que venimos haciendo terapia puede ser desafiante e incluso percibido como amenazante para algunxs terapeutas. Quizás ya eras cercana a ciertas plataformas online y el desafío es “sólo” de integrar (me permito un poco de ironía en esto) o puede que sin más aviso que la contingencia, te hayas visto de pronto en la necesidad de aprender a navegar las aguas de la cibercomunicación, tan concreta como impalpable, antes de siquiera poder pensar en atender.
No te desanimes, hasta las aguas más turbias tienen superficie y fondo.
Propongo algunas líneas para animarte a explorar nuevas maneras de atender, si aún no lo haces, o invitarte a reflexionar si es que ya te animaste a sacarte los zapatos y probar la temperatura del agua.
Aplica las mismas premisas de tu paradigma de atención, a tus sesiones online: en medio de la presión cultural de innovar, recuerda las bases que sostienen tu actuar y aprendizajes que has ido recolectando en el tiempo. Incluso la mariposa necesita de una pupa, como estructura y sostén provisorio para su transformación.
Valora y confía en tus herramientas: La creatividad aflora de la semillas que has ido plantando. Las técnicas pueden cambiar, pero los fundamentos que nos guían siguen siendo los mismos.
Intención: El río no deja de ser río cuando se encuentra con un dique. Puede cambiar la dirección del cauce o disminuir su caudal, pero sus aguas continuarán trayecto tierra abajo, en busca del mar.
Puede que la plataforma o las condiciones externas hayan cambiado, mas la intención que ponemos en el encuentro con otra persona, siempre será una hebra por dónde comenzar a tejer la sesión.
Autenticidad: las condiciones pueden no ser las ideales o las perfectas, no intentes ocultar posibles errores de conexión, sino que hazlos parte de la experiencia compartida que estás teniendo online.
Estás atendiendo en casa y no en un estudio de televisión. Estás haciendo terapia desde tu propia intimidad a la intimidad de una o un otro, oportunidad de acompañar desde lo vulnerable y desde el corazón. Estamos en una experiencia compartida, donde lo que nos sostiene es nuestra humanidad.
Permítete compartir silencios, dudas, reconocer dolores, explorar los límites terapéuticos y dejarte conmover también.
Como en la vida, siempre está lo ideal y luego lo que es posible. Considera que no todas las personas tienen el mismo acceso, espacio, tiempo y energías disponibles.
Asegura tu comodidad, si tu cuerpo está tenso, aún a la distancia, eso va a permear en la pantalla. Y como en toda comunicación, esto es algo que aplica a tu consultante también.
Presencia: Realiza alguna práctica de centramiento o arraigo antes de comenzar. Conectar con tu propio cuerpo es la base de la co-regulación. Mantén tu atención y autorregulación en todo momento, el arte y regalo de estar, ver y dejarse ver.
Considerando que no estás presencialmente, puede ser útil acompañar más desde la voz, con su prosodia e inflexión. Presta atención a los gestos de la cara que delatan complicidad, agitación o retraimiento; también desde ahí podemos co-regular.
Confianza: confía en la capacidad de adaptación y autorregulación de nuestros organismos. Es momento de descubrir nuestra capacidad, de dejarnos también sorprender. Aún con la mejor maestra, no se aprende a nadar fuera del agua.
Una vez dentro, está bueno estar cerca de la orilla o tocar con los piés el fondo, para empezar. Recién cuando sea seguro, podemos alejarnos y jugar.
Flexibilidad y creatividad: Si por alguna razón, tu audio o video no son los mejores, algo le sucede a internet o debes salir de la llamada, te invito a estar tranquilx con ello.
Estamos proponiendo un espacio para estar mejor y la idea es que el encuentro le permita al organismo encontrar un tiempo de calma.
Estamos explorando nuevas maneras de acompañamiento, y parte de eso, es saber que si algo no resulta, siempre lo podemos mejorar en otro momento y que está todo bien con eso.
Se puede cruzar una mascota, entrar una niña o niño al espacio que está usando tu consultante, caerse la señal y tantos [tantos] (tantos) otros imponderables más. El humor y la autenticidad pueden ser muy buenas compañeras en estos casos.
Tiempo: Los procesos toman tiempo. En plena crisis global, aunque aparezca fuertemente el sentido de urgencia o la tecnología dicte un tiempo en apariencia más veloz, sigue siendo cierto que la carreta no puede ir delante de los bueyes y que se necesita tiempo para cambiar. Sabemos esto cuando hablamos del proceso de salud y se nos olvida – a ratos – que esto es así en toda experiencia vital, incluyendo aprender nuevas maneras de comunicarnos y de acompañar.
(*una amiga querida me decía que desde el pensamiento de la medicina China, no tenía sentido esa aparente dualidad entre la carreta y los bueyes, cosa que me parece interesante de explorar… será para la próxima!)
Autocuidado: Recuerda que sólo se puede acompañar hasta donde yo misma he llegado. Permítete tú también tus espacios, hacer un proceso, observar y decantar. La base del cuidado colectivo es el autocuidado, además de ser una responsabilidad ética que tenemos como terapeutas.
Menos es más: procura no agregar muchas “herramientas” desde tu computador, no es necesario y puede confundir(te).
Nadie espera un especialista en formato HD: prefiero una terapeuta pixelada a una que no sea capaz de conectar. (aunque bueno, ojalá te veas lo más nitidx posible).
Así como reconocemos nuestros límites terapéuticos, hay que reconocer los tecnológicos también. Si aún no estás cómodx con la plataforma, parte de a poco. Comienza con pocas sesiones y ya verás como en la práctica se irán resolviendo algunas de tus dudas y aprehensiones. Haces grupos? parte en grupos pequeños.
Cosas que puedes procurar previo a la sesión:
Asegúrate que tu conexión de internet, cámara y audio funcionan suficientemente bien.
Procura tener tu computador con batería (lo ideal es que esté enchufado durante la llamada)
Avisa a tus consultantes, previo a la sesión, pasos a seguir, en caso de que la comunicación falle.
(esto puede ayudar a bajar la ansiedad o estrés de las personas menos afines a la tecnología)
Tómate el tiempo necesario de ajustar todo lo técnico, antes de empezar la sesión; “me escuchas, te escucho, bien, podemos comenzar”.
En realidad, la teleterapia sigue siendo terapia. Si volvemos a nuestro conocimiento encarnado y atendemos desde la intención, presencia, autenticidad y confianza, no importa tanto si es tele, o presencial. De acuerdo, no es lo mismo, nos falta tocar, tomar pulsos, temperatura y algunas cosas más, pero seguro que si volvemos a la esencia, veremos como muchos de los prejuicios con los que partimos, se irán resignificando. Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos y eso, ya es bastante.
Termino con lo que comencé; nuestro acompañar virtual, puede marcar una diferencia, y eso, vale la pena de explorar.
Klga. Beatriz Albertz Rathje