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Alergias

¿Qué son las alergias?

Las alergias son una respuesta exagerada del sistema inmune ante un agente externo. Es una condición muy común hoy en día, y peor aun, el número de personas que padecen de alergias sigue en preocupante aumento. La alergia se produce habitualmente en personas que presentan un componente genético heredado (es decir padres que presentan alergias de algún tipo), y son gatilladas por componentes ambientales. Por ejemplo en el caso de la rinitis alérgica estacional,  el sistema inmunológico reacciona de manera desmedida ante un agente natural del ambiente (como polvo, pólenes, ácaros) provocando una reacción de tipo inflamatoria en la mucosa nasal, generando congestión y mucosidad.

  • Si ambos padres tiene alergia, los hijos tendrán entre un 40 a 60% de probabilidad de padecerla.
  • Si solo un padre es alérgico, los hijos tendrán entre 20 a 40% de probabilidad de serlo.
  • Si un hermano es alérgico, el individuo tendrá entre un 25 a 35% de probabilidad de serlo.
  • Si no hay alergia en familiares directos, igualmente existe entre un 5 a 15% de probabilidad de adquirir alguna alérgia a lo largo de la vida.

¿Por qué ha habido un aumento en las Alergias?

Existen diversas teorías respecto a la causa del aumento explosivo de las alergias y las reacciones alérgicas en las últimas décadas. Una de las teorías más aceptadas es la denominada “teoría del higiene”. La teoría del higiene tiene que ver con la evolución médica y de hábitos de vida de los últimos tiempos. Antiguamente estábamos mucho más expuestos a enfermedades infecciosas y convivíamos con un mayor número de microorganismos infecciosos, por lo tanto nuestro sistema inmune estaba “muy ocupado” en defendernos de estos microbios. Hoy en día vivimos en un ambiente más aséptico y limpio, por lo que nuestras defensas tienen menos trabajo que realizar. Además, cada vez que sufrimos de alguna infección, el médico nos receta (o nos automedicamos) fármacos químicos que bloquean la respuesta inmunológica (antiinflamatorios, corticoides) o que se encargan de destruir a estos agentes infecciosos por sí solos (antibióticos). Es decir, nuestro sistema de defensa  ve truncada la posibilidad de «trabajar» a plenitud para erradicar la infección. Dicho en términos coloquiales, nuestro sistema inmune al estar ocioso sin microbios que erradicar, vuelca su ímpetu inflamatorio hacía otros elementos del ambiente, generando una sobrerreacción frente a agentes que en teoría debieran ser inocuos o mínimamente molestos, como el polen o el polvo en suspensión.

TH1/TH2: qué es esto?

Para comprender mejor este desbalance del sistema inmune es preciso conocer a una de las células más importantes de nuestro sistema de defensa: los linfocitos TH. Existen principalmente 2 tipos de Linfocitos TH: los TH1 y los TH2. Los TH1 se encargan, entre otras tareas, de responder frente a infecciones producidas por bacterias y generar inflamación. Los TH2 en cambio son los responsables de la mayoría de las alergias. Lo interesante es que los TH1 y TH2 conviven en un balance y retroalimentación continua. Es decir, si hay más respuesta tipo TH1(inflamación y bacterias) habrá menos respuesta tipo TH2 (alergias), y vice versa. Entonces:

Equilibrio Th1:Th2

  • La respuesta tipo TH1 está más relacionada con inflamaciones generales y exposición a microorganismos del ambiente..
  • La respuesta tipo TH2 en cambio es una respuesta inmunológica asociadas a alergias.

Como la respuesta TH1/TH2 se mantiene en un balance constante y retroalimentación negativa, mientras menos actividad TH1 exista (por ejemplo, frente a diversas infecciones) más respuesta TH2 habrá (manifestaciones alérgicas de distinto tipo). En la medida que nuestra civilización ha avanzado en medidas higiénicas, controles epidemiológicos, desarrollo de vacunas y terapéutica antibiótica, nuestro sistema inmune se ha visto menos expuesto al contacto con microorganismo y por lo tanto ha disminuido la expresión de la respuesta TH1. Esto ha contribuido al aumento de la respuesta TH2, y por lo tanto de fenómenos alérgicos de diverso índole. A esto, claro está,  hay que sumarle la exposición a otros factores que estimulan la respuesta TH2, como son el contenido de preservantes, colorantes y otras sustancias añadidas a los alimentos procesados que hemos consumimos habitualmente en las últimas décadas.

Alergias más frecuentes

  • Rinitis Alérgica: En realidad la Rinitis Alérgica es mucho más que congestión nasal y rinorrea (secreción nasal líquida). Habitualmente existe también una reacción inflamatoria en la mucosa nasal, conjuntivas oculares, senos paranasales, faringe, trompa de Eustaquio y laringe.

  • Dermatitis Alérgica: Se caracterizan por una inflamación de la piel en determinadas zonas asociadas a una respuesta alérgica. Estas pueden ser una Dermatitis Atópica (propia de individuos con componete alérgico genético, muy frecuente en niños), Dermatitis de contacto (cuando se está en expuesto directamente a un agente que produce la reacción en la piel), Alergias en la piel derivadas de exposición en otras mucosas (por ejemplo urticaria o angioedema), etc.

  • Alergias Alimentarias: Desencadenada por proteínas de algunos alimentos. La proteína de la leche de vaca, la soya, el huevo, mariscos, etc. pueden inducir en algunos individuo a una reacción inmune que puede producir síntomas locales (intestinales) o generales, variando también en la severidad, desde alteraciones leves (malestar abdominal, urticaria, etc) a reacciones graves (como una reacción anafiláctica (reacción alérgica violenta), que pone en peligro la vida). En las últimas décadas ha aumentado en forma dramática el diagnóstico de alergia a la proteína de la leche de vaca en las sociedades más desarrolladas.

¿Cómo se diagnostica una Alergia?

Lo fundamental es la sospecha clínica, dada por los síntomas y la historia médica de cada individuo. Dependiendo del tipo de alergia o manifestación se pueden pedir diversos exámenes como pruebas de laboratorio inmunológicos (Recuento de eosinófilos, IgE total y específica, etc), estudio de secreciones (recuento eosinófilos nasal), test cutáneos de alergias (como el prick test o el test de parches), estudio de alergias alimentarias (sangre en deposiciones, endoscopias, etc), biopsias, etc.

Tratamientos convencionales para las Alergias.

Dependiendo del tipo y severidad de la alergia es el tipo de tratamiento que se indica. En primer lugar, y para ayudar a controlar los síntomas, se aconseja disminuir al máximo la exposición al agente alérgeno que desencadena la respuesta inmune. Para esto hay que conocer o sospechar con claridad cuál es ese agente, lo que se puede determinar con exámenes específicos como los expuestos anteriormente. Los medicamentos más utilizados en la consulta convencional son los antihistamínicos, antileucotrienos y corticoides locales (como los intranasales o tópicos) o sistémicos (a tomar vía oral). En casos crónicos o severos se puede intentar la inmunoterapia, para generar tolerancia al antígeno (alergeno) que desencadena la respuesta inflamatoria alérgica.

¿Cómo puede ayudar una visión integrativa de salud?

Si bien las alergias tienen un componente genético innegable, eso no quiere decir que la persona que la padece va a estar condenado de por vida a sufrir de síntomas alérgicos. A través de la Medicina Integrativa lo que se busca es generar una detoxificación alimentaria y rebalancear el equilibrio TH1/TH2 del sistema inmune, con lo cual disminuye la expresión de la alergia en el individuo. En primer lugar realizamos un screening de potenciales agentes alergénicos, evitando su exposición mientras se restablezca el equilibrio TH1/TH2. La alimentación es fundamental, promoviendo el consumo de alimentos saludables y no procesados, para evitar que los aditivos químicos alimentarios mantengan la tendencia TH2 del sistema inmune. Una terapia inmunorreguladora y detoxificante mediante la medicina biológica tiene una muy buena respuesta al tratar a pacientes alérgicos. En términos generales lo que se busca es “reeducar” al sistema inmune, para que éste no reaccione de manera tan exagerada frente a agentes externos que puedan ser inocuos o poco agresivos. La inmunoterapia, la terapia neural, la homeopatía clásica y la nutrición ortomolecular son excelentes alternativas que se evalúan caso a caso dependiendo de la historia clínica individual de cada paciente.

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