Primera aproximación
Si pensamos en la definición formal de lo cotidiano, se define que correspondería a aquello “Diario, habitual, frecuente” , o “ el transcurrir habitual en la vida diaria de una persona” y se dejan caer las palabras de “Rutina, rutinario”, con un dejo de no deseable. Y más aún, en el orden genérico del mundo, tal cual está organizado, desde el patriarcado, desde las etapas de vida, incluso desde las clases sociales, lo cotidiano es sinónimo de hogar, como el espacio de “lo privado” asignado a las mujeres y de menor valor, secundario. Como efecto de la excepcional crisis sanitaria que estamos viviendo lo cotidiano, el estar entre cuatro paredes, los confinamientos, transforma la casa (cualquiera sea su tamaña) en el sitio privilegiado para vivir, o sobrevivir, realizar actividades laborales, cuidar a otr@s.
Dado lo anterior, lo público y lo privado borran sus distinciones espaciales y sus valoraciones socioculturales, da espacio a la re-significación de lo que allí ocurre, puede hacer posible los cambios de habilidades para cada integrante del grupo o de una persona sola, facilita la redistribución de las tareas de re-producción e incluso la redistribución de los poderes, tan fuertemente internalizados .
RIESGOS Y POSIBILIDADES EN TIEMPO DE CRISIS
En tiempos de esta pandemia global que estamos experimentando y su correlato de crisis social y crisis económica, se ha considerado la medida de confinamiento /cuarentenas parciales o totales, como una de sus máximas medidas de prevención de COVID-19, con la consecuencia de traslado a los hogares de los procedimientos sanitarios, las labores educativas, la afanosa tarea de los cuidados, de la realización del trabajo remoto de actividades económicas y laborales diversas, con los grados de dificultad que ello conlleva dependiendo del oficio/profesión que se ejerce, incluida la teleterapia. Y por el lado de las exigencias, las dobles o triples jornadas de trabajo en casa.
Y para millones de personas la pandemia ha generado la suspensión del quehacer diario en sus oficios y actividades, con la consiguiente vivencia de carencias e incertidumbre, más aún si se entra en cesantía o disminuyen los ingresos.
En general para tod@s, incluidos las personas de cualquier edad, sobresale la vivencia de estrés por crisis sanitaria, amplificado si se está en crisis económica, y el desafío de abordar todos los cambios que ello ha implicado en la vida diarias de cada un@ de nosotr@a.
Las posibilidades en tanto, se generan en las habilidades y capacidades de afrontamiento del estrés que podamos desplegar, de la organización de las rutinas para l@s integrantes de la familia, acordes a sus cursos de vida o para personas solas, que les permita grados menores o mayores de bienestar; de hacer trabajo remoto en diversidad de áreas que amplían los horizontes en vez de restringirlos, de acceso a recursos virtuales, de desarrollar otras competencias, incluso en áreas nuevas, por ejemplo, oficios.
Los riesgos de estas crisis, por otra parte, surgen para aquell@s que se encuentran en situaciones o condiciones de vulnerabilidad por edad (niños, niñas o adolescentes) dependiendo de los contextos familiares que tengan, por orientación sexual( LGTBIQ+), por estar en circuitos de violencia doméstica o violencia por ser adult@ mayor. Para los que es urgente activar todos los mecanismos de protección existentes, incluidos los propios factores de autocuidado y las redes de solidaridad existentes.
Y existe un grupo de personas que realizan tareas esenciales, por ejemplo, los del ámbito de salud, expuestos a contagios y en estado de estrés permanente, hasta el peso por las ausencias prolongadas de sus hogares o turnos extenuantes; o l@s maestr@s y sus triples jornadas de trabajo, con el consiguiente efecto negativos en sus humanidades, con la posibilidad de “ fundirse” (síndrome de burn-out) y de problemas de interacción con sus cercanos e incluso de merma en la calidad de sus trabajos. Y ciertas tensiones por los desafíos de las nuevas demandas que surgen en las actividades. Aquí solo cabe pedir apoyos especializados y establecer redes de soporte emocional.
Y nuevos grupos bajo presión y tensiones cotidianas, por la emergencia de carencia de recursos por cesantías, disminución de ingresos e inestabilidad laboral. Y otros grupos de personas por crisis climáticas, con la carencia de bienes básicos como el agua, que impacta fuertemente en sus vidas cotidianas. Todo lo que debiera implicar la activación de medidas institucionales que les den los soportes vitales que respondan a sus requerimientos,
Y aunque no lo esperemos, el surgimiento, a nivel emocional y psicológico para tod@s, de la experimentación de temores a enfermar y morir, sufrir pérdidas de personas cercanas, e incluso de proyectos significativos. Que puede traducirse en alteraciones psicosomáticas, depresiones temporales, inmovilización.
Recomendaciones y sugerencias
Desde lo más elemental, cotidianamente poner en práctica rutinas, flexibles, con sentido de proveer-nos de bienestar. Esto implica la necesidad de estar presentes, darse cuenta de sensaciones y vivencias, en ese aquí y ahora (que retoma un nuevo sentido ante la incertidumbre y la falta de control sobre muchas áreas), de reforzar las reservas de enfoques positivos de lo que cada día trae a nuestras vidas; y no sólo centrarse en las alertas de amenazas que surgen por crisis COVID-19 o crisis económicas. Aquí una bitácora interna, traducida en una pequeña libreta, que tenga los registros internos, de cómo estamos cotidianamente, es significativa.
Una pregunta clave en todo esto nuevo que estamos experimentando es : ¿Qué me habita? Y darle espacio a las respuestas que ello demanda.
Dependiendo con quien se viva y el rol que debemos/queremos asumir, es importante también reconocer que tenemos necesidades diferenciales, así para los niños y niñas, necesariamente se requiere más presencia y más cercanía concreta, para adolescentes habrá que implicarlos más activamente en las nuevas dinámicas, lo mismo que con los jóvenes y con adult@s mayores estar atent@s a lo que requieren, sin frenar sus autonomías e independencias.
De modo global es tiempo de contar con nosotr@s mism@s y en convivencia/complicidad con l@s otr@s considerar.
1.Actitudes básicas: entre ellas la apertura a los cambios. “Ser flexibles como los juncos en cada estación del año”
- Reconocer los efectos del estrés y afrontarlo, la Salud Mental se altera en crisis tan global y queramos o no y debemos atender-nos. Para ello se puede aplicar pausas saludables ( respirar profundo, bailar, no hacer nada durante algún período del día). Cuidar-nos es el verbo a conjugar.
Y muy relevante: Pedir ayuda cuando se siente sobrepasadas@, enferm@s o simplemente, cuando las pequeñas alertas se han disparado. No estamos sol@s siempre hay alguien que te puede sostener y acompañar.
3.Conversar sobre rutina y funcionamiento en casa, tod@s pueden aportar, a las tareas de sostener la vida cotidiana, acorde a las etapas de vida. Incluir las mascotas en la definición de cada día. Y no olvidar el escenario de pandemia, restricciones incluidas. Y las nuevas alternativas para conseguir los suministros básicos. Y recursos de acceso a los bienes culturales, lo bello para el espíritu.
4.Solidarizar y sororizar con otr@s, dar compañía, incluida las “virtuales” para mantener nutrida la interdependencia.
Y finalmente, darle sentido a este momento tan excepcional. Cada día es una oportunidad para crecer personalmente, con otr@s.
@Ana_dédalos