Creemos que son muchos los desafios con los que se encuentra la salud integrativa, desde su comprensión, hasta su implementación. Después de todo, no es fácil cambiar un paradigma, ¿no?
El primer reto es precisar muy bien el concepto, porque Medicina o Salud Integrativa no es Medicina Alternativa y Complementaria (MAC) ni viceversa. Tampoco es MAC + medicina convencional. Entonces creemos que es importante aclarar primero cada término, porque existen diferencias entre lo que es medicina alternativa, medicina complementaria y salud integrativa. Sin embargo, no hay un consenso amplio en las definiciones de estos conceptos.
Si bien popularmente se usa el término medicina alternativa para referirse a cualquier tipo de técnica o terapia distinta a la medicina científica occidental, podemos decir que Medicina Alternativa se refiere a sistemas médicos completos (autosuficientes) que se utilizan en vez del sistema de medicina convencional occidental. Ejemplos de estos sistemas podrían ser la Medicina China, Ayurveda, Mapuche…en fin. Ahora bien, es la propia medicina occidental quien define que esos sistemas médicos o de salud sean o no alternativos. La “convención” es parte de un modelo más amplio eurocentrista o anglocentrista y parte de los cuestionamientos que nos hacemos en Salud Integrativa es justamente visibilizar que esa forma de pensar la salud no es más importante ni mejor, sino sólo eso, una convención.
El término Medicina Complementaria se usa cuando se trata de técnicas o terapias no convencionales que se utilizan o pueden utilizarse en conjunto con técnicas provenientes de la medicina científica convencional.
Por último, el término Medicina Integrativa (MI), en esencia, no se define por las técnicas utilizadas, sino más bien por la visión que existe detrás de éstas: la integración de una visión holística-sistémica (propia de las medicinas ancestrales, complementarias y alternativas) con la visión reduccionista-científica (propia de la medicina occidental). Independiente del tipo de técnica (sea convencional o no convencional), lo central en la Salud Integrativa (SI) es que la visión de las y los terapeutas es distinta a la que tiene la medicina convencional con respecto a la persona y su estado de salud. Como definición, podríamos decir que, SI es una práctica experiencial de medicina orientada a la salud, que considera a la persona como un todo, incluyendo todos los aspectos de su estilo de vida, así como también aspectos emocionales, espirituales, sociales y medioambientales y que se apoya en la relación terapéutica entre consultante y profesional de la salud, nutriéndose de la evidencia científica sin dejar de lado el uso adecuado de todas las terapias convencionales o no convencionales.
No es que uno de estos tipos de medicina sea mejor que el otro, sino que simplemente son distintos. Saber distinguirlos puede facilitar la decisión de cuándo y cuál elegir a la persona que busca mantener y mejorar su salud, así como la implementación de políticas públicas al respecto y, por supuesto, la visión y ética de salud bajo la cual la o él terapeuta realizan su práctica clínica. Creemos que es importante cuidar el concepto, porque hoy existe una moda de que todo es integrativo, lo que lleva a producir un mercado que vende mucho bajo este alero y cuando todo es integrativo finalmente nada lo es de verdad.
La educación es otro desafío crucial y en nuestro país estamos recién comenzando. Existe una buena formación en medicinas complementarias, por ejemplo, en acupuntura, Medicina Biorreguladora, naturopatía, terapia floral, entre otras, pero en medicina integrativa aún son pocas las opciones de formación. Es por eso por lo que, desde hace algunos años, se comenzaron a hacer ciclos de charlas, jornadas, seminarios, sociedades y unidades especializadas en algunas universidades, así como redes de coordinación entre estas últimas. A ello también apunta el diplomado en Medicina Integrativa de CasaFen, que busca educar desde la experiencia clínica realizando este tipo de medicina.
El tercer y gran reto es el acceso a la MI, que va de la mano con el reconocimiento, validación y legislación. Actualmente en Chile hablar de MI es hablar de un ideal, porque, por ejemplo, en el sistema público y privado de medicina convencional no se pueden hacer consultas de 45 o más minutos de duración, que sesía importante para este paradigma de salud. Pero el acceso también se ve cuestionado porque el sistema, tanto Isapre como Fonasa, no considera a la MI en sus planes de salud y muchas veces hasta pone en duda las boletas que dan las y los profesionales que se dedican a la MI. Este mismo acceso se refiere a la formación, capacitación y actualización de estos profesionales. Así y todo, desde hace mucho que en nuestro país coexisten programas de terapias complementarias en diversas comunas, organizaciones y servicios de salud con muy buenos resultados y acogida de las comunidades que tienen acceso. Pero éstos dependen de voluntades políticas particulares para existir y horas extras o gratuitas de atención por parte de las y los terapeutas. La única manera de que esto sea permanente y accesible es legislar al respecto. Uno de los muchos y buenos ejemplos a seguir podría ser el norteamericano, donde hay cooperativas de profesionales de la salud que ofrecen horas por internet para atender a personas de escasos recursos, permitiendo un acceso universal.
Sólo 3 llamadas “medicinas complementarias”, están actualmente reconocidas: la naturopatía, la homeopatía y la acupuntura. Sin embargo, aún no son parte de la codificación de prestaciones de salud en Fonasa, entre otras cosas que faltan por legislar. Esto se resume, entre otras cosas, en que aun cuando el estado de Chile se reconoce tolerante de “otras medicinas”, distintas de la convencional, no promueve realmente las mismas.
Y finalmente, el desafío de la investigación, porque es fundamental seguir generando conocimiento y más y mejor evidencia científica que permitan mayor aceptación por parte de las autoridades y apoyo a quienes facilitan este tipo de salud. Si bien ya existen muchos centros de atención primaria y hospitales con unidades de MI, la generación de mayor y mejor evidencia podría masificar su implementación en el sistema público, mejorando el acceso a la salud por parte de los usuarios de ese sistema, que es el mayoritario en el país.
A medida que seguimos formándonos, conociendo, haciendo clínica y aprendiendo, surgen nuevos desafíos y esperamos que, algún día, los actuales ya no sean un tema. Mientras tanto, seguimos construyendo.