ENRAIZAR… hacer firme y duradera una cosa, como una costumbre, una postura, un sentimiento.
En muchas técnicas y terapias orientales, de práctica física o mental, nos encontraremos con este concepto y se irá repitiendo a lo largo del camino. ¡¡Dice tanto en sí mismo que cuesta ordenar las ideas!!
Pero para despejar la senda tenemos a María Ignacia Ramírez, acupunturista, practicante y facilitadora de Taichi. Y es ella misma quien nos comparte esta reflexión desde el Taichi, el QiGong, la Técnica de Zhan Zhuang, la Acupuntura, la Meditación, el silencio, la observación, el moverse lento como la tortuga y respirar profundo.
Como las raíces en la tierra, el concepto “enraizar” nos lleva a fijar, sostener, dar firmeza y soporte, pero es mucho más amplio aún: la sangre enraíza la mente, el equilibrio se trabaja y mejora a través del enraizamiento, absorbemos el qi de la tierra a través de los pies, aprendemos a ocupar el espacio y nos lleva al autoconocimiento. En el concepto taoísta esto nos da la firmeza necesaria para ser responsables y para estar en contacto con la realidad, promoviendo una mejor capacidad de reacción y de resolución.
Definitivamente estamos hablando de un trabajo tanto energético como físico y mental.
Desde lo físico es relajar el cuerpo para que no existan tensiones y la energía fluya pudiendo llegar al “Dantien”, sin competir con la energía del suelo (el Dantien inferior es el reservorio energético, una especie de batería recargable de la cuál disponemos y desde donde se distribuye al resto del cuerpo. Este puede acumular qi y es también desde donde buscamos restaurar la energía si ésta decae, lo cual devuelve el equilibrio y la salud).
Desde lo mental, focalizar la mente para poder darle dirección a esta energía, estar presente, con claridad en la intención.
Ser flexible como un bambú (firme por dentro y dúctil por fuera), adaptarnos a las circunstancias que la vida nos da, amoldarnos con soporte tanto físico como emocional.
Enraizar es aceptar el momento presente y buscar el camino, como las raíces que llegan a donde necesitan para su nutrición y desarrollo. Es caminar firme en tu interior y suave en el exterior para no destruir con tu paso.
Equilibrar el yin y yang, desarrollar la paciencia, no temerle al silencio (¡al interno tampoco, que si lo escuchas con atención verás cuanto te puede decir!).
Comienza por sacarte los zapatos y sentir la tierra, el pasto, las piedras, las hojas… endereza tu espalda e intenta crear una línea recta entre el universo y la tierra cuyo hilo conductor será tu columna, apunta con tu coronilla al cielo y con el coxis al suelo, silencia tu mente y respira, permite que la energía fluya… silencia tu mente, llévala al interior.
Donde va la mente va el qi y donde va el qi va la sangre… la sangre nutre la mente y enraíza el qi mental… ciclo hermosamente virtuoso.
“Un viaje de mil kilómetros comienza por apoyar el pie en el suelo”, Lao Tse.
Ma. Ignacia Ramírez A.
Prof. de Ed. Física - Instructora de Taichi
Medicina Tradicional China
Acupuntura y Masaje Tuina
@acupuntura.china
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